Espacios públicos, convivencia ciudadana y teatro.

Jennifer Valiente. Actriz y directora del TIET. Proyecto_escenario@yahoo.es

El espacio público, concebido como un lugar de libre circulación, dominio público y uso social colectivo es necesario tanto para la satisfacción de necesidades básicas (transporte, tránsito de personas y materiales, comercio, etc.) como de aquellas actividades de socialización (relaciones, identificación y expresión colectiva) que permiten la construcción de un tejido social saludable.

Entre los espacios públicos urbanos de San Salvador, especialmente en lo que ahora se conoce como Distrito Centro Histórico, las plazas jugaron un papel importante en la socialización y convivencia ciudadana durante la primera mitad del siglo XX, dándose en ellas diferentes actividades sociales: actos políticos y militares, así como artísticos y culturales e inclusive tecnológicos y científicos. Varios factores se conjugaron en el deterioro de las plazas y parques como lugares de convivencia ciudadana a lo largo de la segunda mitad del siglo pasado y aunque algunos, como la represión e inestabilidad social en el conflicto armado, ya han sido solventados; otros como la violencia, delincuencia, deterioro físico e inseguridad ciudadana, continúan vigentes, si bien en menor medida que hace una década, pero siempre dificultando la recuperación y desarrollo de estos espacios de convivencia ciudadana.

Algunas plazas sirven actualmente como espacios para el desarrollo de actividades políticas o religiosas, sin embargo, sigue sin desarrollarse la dimensión lúdica y artística de estos espacios, que puede abonar al sentido de identificación, seguridad y convivencia ciudadana de diversos sectores, tan necesarios para el desarrollo de la identidad y sentido de seguridad en la capital. Es aquí donde el teatro de calle resulta un espacio de juego, convivencia y esparcimiento ciudadano que puede y debe ser integrado al paisaje urbano.

Por su naturaleza y estructura, el teatro de calle difiere totalmente del espectáculo en una sala. El teatro de calle puede ser desarrollado en espacios públicos abiertos: calles, zonas peatonales, plazas, fachadas de edificios públicos y otros con gran afluencia de personas, donde se busca el encuentro, muchas veces casual, entre el espectador y el espectáculo. El teatro de calle puede combinar diferentes propuestas escénicas: circo teatro, danza, títeres en gran formato e incluso incursionar en el performance o la instalación, pudiendo buscar o no la interacción directa y participación del público en tránsito por el espacio y en ocasiones, como en el teatro invisible de Augusto Boal, el público puede pasar desapercibido el espectáculo teatral, integrándolo a su experiencia cotidiana.

La accesibilidad del espacio público es trasladada al teatro de calle, el público no necesita pagar una entrada o trasladarse hacia el edificio teatral para presenciar la obra teatral, es el espectáculo el que interviene en el espacio, irrumpe en la cotidianidad urbana y transforma el espacio público en un lugar de expresión social a través del arte, en un espacio lúdico donde el ciudadano puede darse licencia para el goce estético y recuperar de esta forma, su dimensión humana, mecanizada por el ritmo de vida cotidiano.

Aunque en nuestra experiencia y atendiendo a la realidad en la que el oficio escénico se desarrolla en nuestro país, hemos desarrollado espectáculos para espacios no convencionales, es decir, que se representan en espacios que no son necesariamente edificios teatrales, los diferenciamos de aquellos espectáculos que son concebidos como teatro de calle, como es el caso de La Fiesta de los Djinn. En este montaje, la utilización del espacio público fue determinante para la construcción dramatúrgica del mismo.

La fiesta de los Djinn es concebida como un espectáculo de teatro de calle, donde la historia de la creación del fuego por los Djinn (genios del fuego en la tradición árabe), es el punto de partida para una sucesión de danza y juegos malabares, donde el diálogo es sustituido por la música, el movimiento en el espacio y la expresividad del cuerpo del actor para desarrollar el espectáculo, desde un estado onírico hasta la exaltación de ánimo del final, donde el espectador se ha identificado plenamente con el espectáculo. La magia del teatro de calle consiste en atrapar dentro de su magnetismo al transeúnte casual y convertirlo en el participante del espectáculo, en transformar la calle en el espíritu del teatro: el encuentro y común unión entre actor y espectador.

La Fiesta de los Djinn se presentará el sábado 27 de junio Plaza Morazán, 6:00 p.m. Entrada libre. Otras presentaciones: La muerte y el Avaro. Títeres para adultos. Todos los martes de junio. 6:00 p.m. Local del TIET: 21 av. Sur, no. 113, edificio Alduvi, 2a. planta ( a la vuelta del Mr. Donut de la Tecnológica). $2.50 entrada general.

Mayor información: http://eventos-escenarioytiet.blogspot.com/

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