Hacer teatro para infancia en El Salvador

Jennifer Valiente. Actriz y directora del TIET. www.escenario.org

Ante nuestro último montaje, “El Oso Colmenero” del genial Manuel Gallich (Guatemala) y teniendo en cuenta lo difícil que resulta la consecución de espacios de representación y generación de público para un montaje cuyo autor y tema no están en el programa de estudios, que además cuenta con gran inversión de trabajo, tiempo y recursos en su producción y proceso: composición musical original, coreografía, seis actores y tres músicos en escena para un espectáculo de público infantil, podría parecer una exageración en nuestros tiempos y en nuestra sociedad, me encontré reflexionando cómo fue que se embarcó el TIET en esta aventura ¿Porqué hacer teatro para niños y niñas en El Salvador? Y poco a poco fui encontrando algunas respuestas.
La poca diversidad teatral en nuestro ámbito es reflejo de la poca diversidad cultural que padecemos, cualquier cosa fuera de la norma es ignorada en el mejor de los casos, condenada o negada en el peor de ellos; manifestaciones escénicas como el teatro de calle, circo teatro, títeres y teatro dedicado a la infancia y juventud son consideradas como géneros menores y poco serios; tanto las secciones de cultura de los medios de comunicación, como los críticos y algunos colegas, consideran que no vale la pena invertir tiempo y espacio para difundirlos o comentarlos, sumándose así a la tendencia uniformizante. La diversidad cultural (de la que forma parte la diversidad teatral), ayuda al ser humano a encontrar soluciones específicas a las variaciones específicas de su entorno y provee una interpretación particular del mundo, que contribuye a la creación de una identidad de grupo, en este sentido, las expresiones mencionadas, deberían ser visibilizadas como parte de nuestra diversidad cultural.
Otro tema a tocar en cuanto al hacer teatro para infancia en nuestro país, es el acceso a la cultura por parte de sus ciudadanos, preciso aquí mencionar el tema de los derechos culturales, cimentado en el artículo 27, inciso 1 de la Declaración Universal de Derechos Humanos (1948): “Toda persona tiene derecho a tomar parte libremente en la vida cultural de la comunidad, a gozar de las artes y a participar en el progreso científico y en los beneficios que de él resulten”, si esto no aplica a gran parte de nuestra población adulta, en el caso de nuestros infantes son en su mayoría, excluidos de la vida cultural por los adultos que les rodean, ya sea por ignorancia o negligencia.
La mayor referencia del hacer teatro para infancia, salvo contadas excepciones, viene del programa de estudios de Lenguaje y Literatura, de donde se extraen los temas que se consideran de interés para los maestros y teniendo cuidado de explicar que la presentación se acompañará de una guía didáctica, para que los adultos no tengan la impresión de que enviar a niños y niñas al teatro es una pérdida de tiempo si no se utiliza como herramienta pedagógica, de esta forma se realizan presentaciones con “público cautivo”, terrible denominación que define a quienes tienen que ir al teatro por una nota o tarea, muchas veces sin que se cuide de la calidad del espectáculo a presentar o consiguiendo la venta de las funciones a través del pago de “comisiones” a los maestros, negando de esta forma a niños y niñas el derecho al goce estético, al conocimiento de otras opciones de disfrute de su tiempo, a la diversidad cultural y al desarrollo de la sensibilidad humana que tanto necesitamos.
Aunque El Salvador participa de la Convención sobre los derechos del niño, poco han hecho estado y sociedad para garantizar lo contemplado en el Artículo 31 de tal documento: “respetar y promover el derecho del niño a participar plenamente en la vida cultural y artística y propiciar oportunidades de participar en la vida cultural, artística, recreativa y de esparcimiento”; poco han hecho los medios de comunicación, para apoyar el Artículo 17: “difundir información y materiales de interés social y cultural para el niño”, más allá de lo meramente didáctico.
En innumerables ocasiones se ha hablado por parte de la sociedad e instituciones, sobre la desintegración social en nuestro país, innumerables veces se ha escuchado por parte de los teatristas, sobre la falta de públicos para el teatro. Muy pocas veces, sociedad, teatristas e instituciones han prestado atención a que nuestros niños y niñas reciban teatro de calidad, para su disfrute estético, para el desarrollo de su sensibilidad y para la formación de un gusto por lo escénico que logrará el relevo generacional que esperamos también en las salas teatrales.
Reflexionando sobre esto no puedo dejar de lado que este montaje se realizó con nuestros aprendices, adolescentes y jóvenes entre los 15 y 23 años, con quienes el montaje se convirtió también en un diálogo entre generaciones, tratando de respetar siempre sus opiniones y propuestas, aunque no siempre coincidieran con las mías, a veces fue difícil y exasperante, a veces maravilloso e inesperado, pero siempre interesante, y en este territorio del diálogo y el respeto mutuo logramos llegar a lo que siempre sueño que sea el teatro del TIET: una suma de nuestros sueños, realidades, lenguajes y descubrimientos teatrales, una historia que contarle a un alguien que esté dispuesto a escuchar; en este viaje que está pronto a llegar a puerto, contamos siempre con la generosidad de los artistas que aportaron su talento para ayudarnos a navegar, ahora se abrirá el telón y si los adultos dejan a los niños llegar al teatro, se hará la magia.
El Oso Colmenero se presentará en la Gran sala del Teatro Nacional.
Viernes 19 de junio, 10:00 a.m., 2:30 y 6:30 p.m. (Gala).
Sábado 20 de junio, 3:00 y 5:30 p.m.
Domingo 21 de junio, 10:00 a.m.
Adultos $3.00, Niños $2.00
Contactos: Boris Sánchez. escenario_ventas@yahoo.com. Cel. 7239 5359
más información sobre eventos: http://eventos-escenarioytiet.blogspot.com/

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