La diversidad titiritera: apuntes sobre el teatro de títeres para adultos.

Jennifer Valiente. Actriz y directora del TIET.

El muñeco sale a escena, a diferencia de otros montajes, la cabeza guarda una armoniosa proporción con el cuerpo, dando a los muñecos la sensación de que no estamos en una historia para niños, los colores también nos alejan del mundo infantil, la historia refleja las preocupaciones y el mundo “de los grandes”: estamos ante una obra de títeres para adultos, sin embargo, la fantasía de la historia, la convención de la escena, la magia de los objetos inanimados, animándose por acto de prestidigitación ante los ojos del espectador, vence la resistencia de la lógica adulta y los jóvenes, hombres y mujeres en la penumbra de la sala, se sumergen como niños en la historia del retablo titiritero, ojos expectantes y bocas que sonríen o se entreabren siguiendo las acciones de los muñecos que van y vienen en su pequeño mundo, reflejando en el espejo del imaginario nuestro propio mundo, sueños, preocupaciones y anhelos.
¿Cómo pueden los muñecos, objetos inanimados hasta hace unos minutos, calar una y otra vez como desde hace cientos de años, en la sensibilidad del público? Dentro del hombre, aún del hombre contemporáneo sumergido en la batalla constante de la sobrevivencia y el reloj, viven las imaginerías comunes a todos los humanos, desde que el primer titiritero animó con las sombras de sus manos proyectadas en las paredes de piedra, las historias de cacería, las peleas y aventuras de sobrevivencia de las primeras comunidades que escuchaban con interés, alrededor del fuego; vive el sentido del misterio y la magia que acompañaba a la comunidad humana cuando el chamán, el hechicero, “el que hace que se muevan los dioses”, animaba las representaciones de las fuerzas incomprensibles de la naturaleza y el destino, del gran misterio de la muerte, personificados en dioses y demonios, espíritus y duendes, que entraban en contacto con el hombre, la máscara y el títere acompañaban los rituales y las historias de los hombres en aquel lejano tiempo en que el títere no era solo un entretenimiento para los más pequeños, de ese tiempo ancestral nacen las grandes tradiciones titiriteras para adultos: el bunraku japonés, los impresionantes wayang golek de Java, las grandes tradiciones de sombras en China, India y el héroe turco Karagoz.
En la década de los cincuenta del siglo veinte, luego de un declive de casi un siglo, la tradición titiritera vuelve a renacer en el teatro de títeres para niños y a partir de entonces, el espectáculo titiritero se vuelve sinónimo de entretención infantil; sin embrago, la búsqueda e investigación de nuevos territorios para el arte de los muñecos, vuelve a llevar a los titiriteros al mundo adulto e incluso a la denuncia social, como Bread and Puppet en la década de los setentas del siglo veinte, búsqueda que desemboca en territorios asombrosos, como los títeres robóticos en las películas hollywoodenses o absolutamente insospechados, como los espectáculos multimedia con títeres, los títeres sonoros y luminosos de Poupees Electriques y el teatro de objetos, representado en nuestro siglo por los inquietantes montajes de Periférico de Objetos.
En la escena nacional, los titiriteros son un bien escaso y dedicados casi en exclusiva al espectáculo titiritero para público infantil, que tiene un mercado menos riesgoso, aunque mucho menos establecido que el de teatro para niños y niñas. El espectáculo de títeres para adultos es, en nuestro medio, como los territorios desconocidos para los primeros aventureros en América: un mundo nuevo con mucho por hacer, peligroso, excitante y desconocido, un territorio donde pocos creadores y públicos se atreven a incursionar.
Como todo territorio poco explorado, el teatro de títeres para adultos guarda muchos temas que esperan para ser contados, diversas técnicas que esperan ser exploradas y entrar en la maravillosa alquimia escénica. En nuestro caso, además de experimentar con técnicas, experimentamos también con formas de hacer en escena, el encuentro de dos grupos, con maneras diferentes de hacer, con perspectivas distintas sobre el oficio, nos dio la oportunidad de conocer y reconocernos en el otro, de intercambiar miradas sobre la vida y tonos titiriteros, de proponer conservando nuestros sentidos abiertos y el acompañarnos en la exploración de un tema sobre el que ambos grupos deseábamos enfocar nuestra búsqueda titiritera.
La muerte es en nuestra sociedad un tema sombrío, una cifra en los periódicos, un castigo de fuerzas humanas o divinas y en todo caso, un tema tabú cuando se trata de asumirla en el plano personal como parte de nuestra vida y vivencia cotidiana. Indagando en este tema y en nuestras propias imágenes alrededor de él, encontramos la visión macabra medieval, representada por los grabados de Hans Holbein el Joven y en la tradición macabra y festiva de La Danza de la Muerte, estas imágenes nos sirvieron como trampolín en ocasiones, espejo en otras, como interlocutor siempre, para crear en nuestra propia imaginería la historia de La Muerte y el Avaro, una de nuestras producciones para el presente año; además de las imágenes visuales creadas a partir de los muñecos y su movimiento e interacción en escena, deseamos indagar en la luz y el sonido de este mundo que acabábamos de descubrir, para ello, el trabajo de ensayo compartido entre titiriteros y músico, enriqueció con otra visión más, los cuadros e imágenes que surgieron, y el posterior uso del lenguaje hablado que surgió en la pieza.
Indagar en territorios poco explorados puede ser arriesgado, pero los resultados de esta aventura nos animan a continuar en el camino de la búsqueda, en el camino poco transitado. ¿Se aventuran a acompañarnos?
Próximas presentaciones de La muerte y el Avaro
Martes 30 de junio. Local del TIET: 21 av. Sur, no. 113, edificio Alduvi 2ª. Planta (a la vuelta del Mr. Donut de la universidad Tecnológica. 6:30 p.m. $2.50
Martes 7 de julio. La Luna Casa y Arte. 8:00 p.m. $3.00
¡Nos vemos en el teatro!

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